viernes, 30 de agosto de 2013

La vida está cargada de leyendas, de mitos, de símbolos y de multitud de creencias.

En mi caso, no sé si creo en todo o ya no me creo nada, porque me quedan pocas cosas en las que creer. Pero hay algo que no deja de taladrarme por dentro de forma casi dramática y cada vez con más intensidad:



"Pensaba en esa falsa creencia en la que las personas suponen 
que al coger una mariposa deja de volar por perder el polvillo de sus alas que 
queda pegado a nuestros dedos, 
sin embargo, en realidad lo que ha ocurrido es que 
son tan frágiles que las fracturamos. 

Así pues, me veo toda "yo" 
como dos pequeñas alas de colores suspendidas en el aire, 
casi invitando al deseo de caer en manos ajenas.

Tengo tantas fracturas casi como las personas que, con amor, han pasado por mi vida.

A veces, la distancia me ayuda a recuperarme; 
a veces, me veo distante y en esa suspensión huyendo de cuanto me rodea; 
a veces, no es egoísmo, sino supervivencia.

Siempre he sido consciente de que no sé escribir. 
De que no sé hablar. De que no sé comunicar cuanto habita en mí; 
sin embargo, qué bien puede disimularse, 
 esa mínima expresión de la que yo soy consciente (no tanto desde el exterior)
y que aún así declara el pozo profundo que me sumerge, que me rapta.
 
Me pierdo en pensamientos que permiten viajar hacia lo astral,
hacia el deseo de enloquecer,
hacia el borde de cruzar las puertas de ese"sin retorno"
que daría mi cuerpo al abandono hacia las drogas 
y al más puro silencio de lo terrenal y lo científico.

Siempre he sabido que yo hablo de labio a labio, 
que escribo de piel a piel. 
Que las manos pueden abrirse al tamaño del pecho
 para descansarlas sobre un pezón que grita cosquilleando y arañando 
las palmas que lo protegerán del desamor, 
ése mismo que raja profundamente los latidos en desolados azotes, 
quebrando invisiblemente las costillas. 

Me gusta dar la espalda al frío y sentir vestida la desnudez con la piel caliente 
de cualquiera que pueda dar un amor contenido 
que se susurra en su modo de respirar: 
ese deseo poético que nunca será palabra. 

Luego la memoria te devuelve unas cosquillas detrás de la nuca, 
que se ramifican como unas agujas que puntean el interior de la médula, 
como si fuéramos las cuerdas de una guitarra, 
provocando incluso espasmos colgados de las pestañas 
y obligándonos a cerrar los ojos sin más elección,
y con una idea permanente de reflujo, que dice, "estoy desollada".

Me gustaría que esto, que para mi es hacer el amor,
fuera lo más cercano a la muerte"





2 comentarios:

Ana dijo...

Claro que sabes escribir, sentir y llegar al alma

Todo, todo mi cariño

Gustavo Aguilar Alterno Espiraaaal dijo...

=D que estes super bien amiga, un abrazooooooo